En el Establecimiento El Progreso desandan a buen ritmo un largo camino para concretar la recuperación de suelos agrícolas que perdieron poder en una zona distinguida por, justamente, su potencial de rendimiento. Se trata de tierras del distrito Montoya, en Victoria, donde echaron a andar una sucesión de ensayos de largo plazo de la mano del grupo CREA que integran Máximo Mercier y su familia, dueña de la explotación.
“Hace más de 130 años que mi familia produce aquí y desde hace 20 vemos como los rindes bajan por pérdidas de fertilidad” contó el productor a Campo en Acción. Así las cosas, ahora diseñaron e instrumentaron lo que llamaron Proyecto Rotaciones, cuya misión de evaluar el impacto de diferentes estrategias sostenidas en la sustentabilidad económica y ambiental de los sistemas de producción. Pero hay un antes de esto: “Hace dos décadas aplicamos la siembra directa y la erosión siguió; luego incorporamos terrazas, pero la merma continuó”.
El 85% del campo se destina a la agricultura y el resto a ganadería, pero advirtieron que donde rotaron con pastura la reconstitución de fertilidad ofrecía luego rindes agrícolas de hasta el 20% superiores. En consecuencia, avanzaron en buenas prácticas y al esquema habitual de rotación de cultivos tradicionales incorporaron colza, avena y cebada.
La iniciativa de ensayar surge del grupo CREA, donde, como es habitual, los asociados porfían en mejorar la agricultura, para hacerla más amigable con el ambiente. De esa manera se inició este estudio sostenido en rotaciones con pasturas. “No esperamos soluciones rápidas, la renta que esperamos es biológica, lo demás vendrá luego” remató el sembrador.
En sintonía aportó: “Sabemos que si hacemos pasturas en todo el campo la reconstrucción será más rápida, pero no tenemos los recursos, la logística, la infraestructura y menos la hacienda. El desafío es imitar a la pastura desde la agricultura”.
Henri Vicentín es Asesor del CREA Montoya y participó de la recorrida de Campo en Acción por el lugar de los hechos y sin vueltas contó que “la idea es hacer una agricultura amigable con el ambiente y cuidando el suelo. Nuestra preocupación es preservar el recurso sin dañar el ambiente”.
Detalló que el plan de trabajo involucra implantación de pasturas, cultivos de servicios y sistemas radiculares que mejoren la estructura del suelo con la participación activa de expertos que controlan y miden todo lo que se hace y los resultados que se obtienen. “De estas cosas siempre aprendemos. Se generan preguntas a partir de los ensayos y ahora estamos en un sistema de largo plazo, en la provincia no conozco otra experiencia como esta” deslizó el productor.
Federico Sórenson, coordinador del proyecto, informó que trabajan con la ayuda de especialistas de Conicet, INTA y la Facultad de Ciencias Agropecuarias de Oro Verde y especificó que la misión es evaluar y medir: “Es un gran desafío, ambicioso, que demanda mucho compromiso porque generamos información novedosa”.
Determinó que trabajan sobre una diversidad de variables que incluyen rotaciones, elecciones de cultivos y estrategias de manejo. Y suman la búsqueda de indicadores precisos de orden físico, químico, biológico y económico (ver los detalles en apartado de esta misma nota: Rotaciones - En que consiste.
Sórenson puso en valor la comunicación de lo que hacen en el establecimiento El Progreso: “Hay un gran interés por saber cómo nos está yendo” deslizó y siguió: “La información se canaliza a través de informes para el movimiento CREA, pero uno de los propósitos es visualizar la tarea. No tomamos dimensión de lo que dispara este proyecto”.
De todos modos, puso en palabras que lo hecho y lo que falta genera expectativa también entre personas ajenas a la cotidianeidad del trabajo rural: “Tranqueras afuera tenemos el desafío de contar hacia dónde queremos ir, en un camino armónico, que no es corto, pero necesario para medir resultados”.
Daniel Aguilar / Campo en Acción