Un estudio determinó que el rendimiento promedio de los productores de soja se ubica 28,7% por debajo del rendimiento potencial en secano. Además, se indica que “alrededor de 65% de esa brecha puede atribuirse a factores de manejo”, lo cual abre una gran oportunidad de mejora.
Guido Di Mauro es investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario y presentó, en el marco de un ciclo de charlas online organizado por la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina en conjunto con Fertilizar AC, los resultados de un trabajo en más de 15.000 lotes de soja de primera en el centro del país durante 13 campañas, que analizó las brechas de rendimiento de la oleaginosa y la influencia de la nutrición sobre el rinde y la calidad del grano.
Ese estudio determinó que el rendimiento promedio de los productores se ubica 28,7% por debajo del rendimiento potencial en secano. “Esa brecha representa la diferencia entre lo que podríamos producir y lo que efectivamente logramos con el manejo actual”, explicó el especialista, quien remarcó que “alrededor de 65% de esa brecha puede atribuirse a factores de manejo”, lo cual abre una gran oportunidad de mejora.
Además, “en la región centro de Argentina, la principal zona agrícola, el rango de la brecha va de 15 al 60%. Es mucho lo que nos perdemos de producir”, señaló.
Entre los factores más influyentes, el investigador destacó la fecha de siembra, la rotación de cultivos y la fertilización fosfatada, además de la incidencia de algunos micronutrientes. “En promedio, los lotes sembrados con antecesor maíz mostraron brechas más bajas que los que venían de soja sobre soja”.
A su vez, un relevamiento también reflejó que solo la mitad de los productores fertiliza la soja, y que en la mayoría de los casos las dosis aplicadas son relativamente bajas en comparación con los requerimientos reales del cultivo.
El trabajo también exploró la relación entre fertilización y calidad del grano, un aspecto de interés para la industria de procesamiento. “Observamos que la fertilización con fósforo y azufre incrementó el contenido de proteína del grano hasta en 0,9%”. Y enfatizó “Suena poco, pero mover un 1 % de proteína con manejo es muchísimo. Y lo más interesante es que en más de la mitad de las parcelas evaluadas logramos mejorar simultáneamente rendimiento y proteína”, agregó.
Aunque actualmente el mercado no remunera directamente la proteína, Di Mauro consideró que mejorar la calidad “tiene un impacto industrial relevante” porque la molienda de soja de mayor tenor proteico genera harinas de mayor valor comercial. “Como grupo de investigación evaluamos y desarrollamos prácticas agronómicas que no solo mejoren la producción primaria, sino que también aporten valor a toda la cadena”, resumió.