Una startup santafesina trabaja a contrareloj para lanzar al mercado lo que consideran un dispositivo altamente disruptivo en la actividad agropecuaria: un drone a combustión que brinde los servicios de monitoreo y control de plagas en forma integral. Según aseguran, permitirá mayor autonomía que los vehículos aéreos disponibles y tendrá un costo diez veces inferior a lo que se consigue actualmente y así lo describe Juan Chiummiento en Agrofy Agency .
Incubada en el Centro de Innovación Tecnológica Empresarial y Social (CITES) de Sunchales, BioDrone es una firma integrada por tres emprendedores oriundos de Santa Fe y Córdoba. Tras una inversión inicial de 380.000 dólares, lograron finalizar a principios de año el primer prototipo de de un modelo que ahora buscan desarrollar en serie y que intentarán colocar en el mercado nacional e internacional.
“No hay otra empresa que provea un servicio de monitoreo y control integral de plagas de manera inteligente y eficiente como nosotros proponemos”, comentó el CEO de BioDrone Franco Garione, quien comparte este proyecto con la bióloga Luciana Bollati y el ingeniero Daniel Sequeiros.
El eje de la propuesta es un sistema integrado de detección, evaluación y aplicación inmediata que combina tecnologías de sensores electrónicos con drones aplicadores. A diferencia de lo que existe actualmente, al funcionar por combustión asegura mayor capacidad de carga y gran autonomía: soportan hasta 20 kilos y pueden volar 40 minutos de manera continua.
“El hecho que los drones funcionen a batería termina siendo un cuello de botella, porque una cosa es que los uses para filmación y otra muy distinta para pulverizar, porque le cargas peso y baja su potencial. Hoy los usuarios tienen el problema que tienen que cambiar las baterías cada 10 minutos, con lo cual hay mucho tiempo muerto“, comentó Garione.
Tras viajar por diversas geografías y asegurarse que no existía nada igual, los responsables de la empresa santafesina ahora concentran sus energías en desarrollar el producto definitivo que esperan comenzar a producir en serie para inicios de 2020. Hoy ya tienen montado un taller propio, que demandó una inversión de 2 millones de pesos y asegurará que cada pieza pueda ser pensada en función del producto final.
El vehículo aéreo funciona en paralelo con un sistema de “trampas digitales”, sensores electrónicos que detectan y miden la cantidad de insectos y plagas por hectárea. Esta información es recogida por un software que envía la información al drone para poder actuar de inmediato y así evitar pérdidas innecesarias de tiempo, que hoy en el campo se dan de manera constante porque para pulverizar siempre es necesario llamar a un aplicador que tiene su propia agenda.
La independencia que otorga el dispositivo se traducirá en un beneficio económico para el productor, que tendrá todo el paquete en un mismo producto. “Hoy estamos teniendo entre 3 y 5 consultas semanales, tanto de otras provincias como del resto del continente, porque ven que esto es único y superior fundamentalmente por un tema de eficiencia en los costos”, indicó Garione.
Según los cálculos que realizan desde la startup, el producto tendrá un precio final de 20.000 dólares. Comparado con lo que cuestan hoy los diversos tipos de pulverización, esta cifra se encuentra entre 10 y 30 veces por debajo de lo actualmente disponible, ya sea un servicio terrestre o aéreo.
El CEO de BioDrone también destacó los beneficios sanitarios de la innovación, ya que al automatizar y dotarle tecnología al proceso, se puede asegurar mayor precisión y seguridad.