Prácticamente la totalidad de las 10.000 hectáreas de lino sembrado en Entre Ríos evoluciona favorablemente. Tal afirmación se desprende del informe de la Bolsa de Cereales donde consignan también que el estado fenológico de las plantaciones es de floración.

Sin embargo, ponderan que las bajas temperaturas y la falta de humedad dificulta la absorción de fertilizantes, por lo tanto hay sectores en los que el cultivo no logró cubrir el surco y presenta plantas de menor tamaño. Actualmente, es necesaria la ocurrencia de precipitaciones para que el lino no comience a perder potencial de rendimiento, ya que inicia su periodo crítico. Respecto al estado sanitario se detectó la presencia de pústulas de roya y en algunos lotes se han efectuado aplicación de fungicidas, fundamentalmente en materiales muy susceptibles.

Por el andarivel de las arroceras, la entidad cerealista pronosticó que en esta campaña el área plantada retrocederá alrededor del 20% y se fijará en torno a las 52.000 hectáreas. Si la previsión finalmente se concreta, será la campaña más pequeña en 22 años.

Tal escenario se conforma a partir de los altos costos productivos, fundamentalmente en la zona de riego por pozos profundos y con el empleo de combustible fósil, que requieren un rendimiento de indiferencia superior a los 8.500 kilos de por hectárea, marca similar al rinde promedio zonal. Suma el temor a los aumentos de combustibles y energía eléctrica y que las represas están lejos de servir a una campaña regular. El mosaico de reveces contempla los elevados precios de los arrendamientos y fertilizantes.

En cuanto al sorgo, las primeras proyecciones indican una caída en relación al año pasado del 15% aproximadamente y, por lo tanto, el área dedicada al cereal se posicionaría alrededor de 102.000 hectáreas. El clima, las plagas y la rentabilidad del maíz motivan el desinterés manifiesto.