El arroz argentino suma reconocimientos en los mercados del mundo

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El arroz, además de ser el tercer cereal más sembrado y el de mayor consumo humano en el mundo, es una de las especies vegetales más estudiadas por ser una planta con genoma pequeño y simple, de hecho, fue la primera especie cultivada de la cual se describió la secuencia completa del genoma -publicado en 2001-. En este sentido, desde hace más de 30 años el Programa de Mejoramiento Genético de Arroz del INTA se enfoca en la obtención de nuevas variedades y en el desarrollo de tecnologías que mejoren la producción.

A finales de la década de los ochenta, el programa readecuó sus objetivos hacia variedades con buen rendimiento y con buena calidad culinaria e industrial. En ese momento, el escenario se caracterizaba por el uso predominante de genética extranjera: variedades con alto potencial de rendimiento agrícola, pero con deficiencias en la calidad del grano.

“Esta limitación impedía al arroz argentino competir y acceder a mercados de alto valor”, explicó José Colazo -investigador del INTA Concepción del Uruguay- quien recordó que, en cuanto a lo productivo, no existía una herramienta selectiva para controlar la principal maleza del cultivo, el arroz rojo.

“Una vez que esta maleza invadía un lote, resultaba muy difícil erradicarla, lo que generaba pérdidas significativas en el rendimiento”, indicó, y agregó: “Frente a esta situación, el programa planteó una estrategia orientada al desarrollo de variedades nacionales con un alto potencial de rendimiento, resistencia a herbicida y una excelente calidad de grano, lo que diferenciaría al arroz argentino a nivel mundial”.

El desarrollo de cada una de las 10 variedades le permitió al programa de mejoramiento genético y al INTA ganar confianza -de que iban por buen camino- y ganar socios para llegar a nuevos mercados. Fue así que, en la actualidad, el cereal argentino llega a países de Latinoamérica, Europa y Asia.

Desde 2004, se registraron seis variedades de arroz tipo grano largo fino: Camba INTA PROARROZ, PUITA INTA CL, GURI INTA CL, ÑU POTY INTA CL, MEMBY PORA, y ANGIRU INTA CL. Además, también hemos registrado una variedad tipo doble carolina, KIRA INTA. “Actualmente, estamos en proceso de inscribir un cultivar tipo largo fino aromático (INTAMati), uno arbóreo (ArborINTA) destinado a la cocina mediterránea, y un cultivar corto japonés (KoshINTA), diseñado para platos orientales como el sushi”, resaltó Colazo.

En investigación, la tecnología Clearfield en arroz, desarrollada por INTA para el control de arroz rojo, ha trascendido las variedades creadas por la institución y ahora forma parte de las variedades de arroz más difundidas en América Latina. Además, esta tecnología es utilizada en los principales programas de mejoramiento de la región, consolidándose como una herramienta esencial para el control efectivo de malezas en los sistemas de producción.

Un estudio de la Universidad de Arkansas -Estados Unidos- determinó que las variedades de arroz INTA han generado una ganancia genética de 59 kilos por hectárea al año en rendimiento agrícola y un impacto económico que asciende a US$ 1926 millones. “Esto se refiere a que la contribución económica de un pequeño programa de mejoramiento de arroz puede ser considerable si las variedades son aceptadas y adoptadas por los agricultores y representa un alto retorno a la investigación y ciencia en el sector público”, indicó Colazo.

Álvaro Durand -profesor de economía agrícola en la Universidad de Arkansas, Estados Unidos-, explicó: “El impacto económico se midió tomando en cuenta la ganancia genética promedio de cada variedad lanzada por el programa de INTA, el área sembrada con cada variedad en Argentina, Brasil, y Uruguay, y el precio promedio al productor”.

El impacto económico desde el 2007 al 2023 es de US$ 2069 millones (en términos reales al valor del dólar en 2023). La ganancia de producción atribuida al programa de mejoramiento es de 5,94 millones de toneladas (base cascara). “La estimación de la ganancia promedio de rendimiento y de calidad molinera del programa se realizó en base a varios modelos de regresión con efectos fijos de panel y errores estándar robustos en clústeres por año y localidad”, detalló Durand.

El estudio se realizó con base en 466 observaciones de rendimientos y calidad molinera provenientes de los ensayos comparativos de rendimiento desde el 1991 al 2022.

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