Especialistas del INTA advierten que los golpes de calor y el déficit hídrico comprometen la productividad, por lo que proponen innovar en fechas de siembra, densidades y variedades adaptadas para reducir riesgos.
Según los estudios de la Red de Soja NEA, se calcula que, en soja, pierden 24 kilos por hectárea de rendimiento potencial por cada golpe de calor, definido como dos días consecutivos con más de 35°C.
Para reducir riesgos, en los ensayos identificaron que la fecha de siembra es el factor que más incide sobre el rendimiento: el máximo potencial se alcanza entre el 10 y el 15 de diciembre, mientras que sembrar en febrero puede significar hasta un 38 % menos de rendimiento.
“Frente a estas condiciones extremas, la innovación pasa por diversificar fechas de siembra y combinar prácticas como reducir la distancia entre surcos, aumentar la densidad y elegir variedades adaptadas. Se trata de manejar la incertidumbre con estrategias inteligentes”, sostuvo el especialista Gerardo Quintana.