La sociedad argentina en su conjunto, salvo honrosas excepciones, sufre del mismo mal: el dominio del “Status Quo”; es decir no lograr encontrar el camino para resolver los mismos problemas que diagnostica (en cada sector), y conformarse con denunciarlo y expiar la culpa en otro lado (generalmente el gobierno, cualquiera sea este), mientras todo sigue igual.
Esta sensación es la que vemos los que no participamos en la política activa, pero sí en la vida diaria de cada sector donde nos toca actuar, como técnicos, empresarios, productores, etc.: la “impotencia” de observar los nudos problemáticos del desarrollo y al mismo tiempo, ver que las discusiones dirigenciales tienen centralidad en la coyuntura y no en el eje de los problemas. Nos consume la coyuntura y no se trabaja sobre los “nudos críticos”. Pienso que esto nos ocurre en todos los ámbitos del día a día argentino y desde hace ya demasiado tiempo, como lo vemos en forma patética, en la educación, por ejemplo.
Yendo a la ganadería bovina que es nuestra metié, y de lo que realmente debemos opinar, para hablar con fundamentos y no convertirnos en opinólogos, que tanto mal nos hace y reafirma el statu quo; estos tiempos que corren han puesto en el tapete de la discusión varios temas a la vez, que nos entretienen y nos sacan del foco. Desde la eterna discusión de los DEX, las modificaciones en la vacunación de aftosa y la trazabilidad electrónica obligatoria, reavivan las bibliotecas y nos mantienen ocupados. Mientras tanto seguimos como hace 60 años destetando el 64%, y manteniendo un peso de faena de alrededor de 230 kilos res; nos sentimos avergonzados de ello, pero nada hacemos al respecto en términos de revertirlo sustantivamente.
Sabemos que el mundo reconoce que tenemos la “mejor carne” y nada hacemos por inundar las góndolas del mundo. Conocemos numerosísimos ejemplos de empresas ganaderas argentinas que logran vender sus carnes en forma directa en diversos mercados, con alto valor agregado, y sin embargo nos encontramos encorsetados en cumplir con las Cuotas (Hilton – 481) que la EU nos brinda y nos exige, a la vez que, o no las cumplimos (H), o no las aprovechamos en beneficio propio (hembras 481).
Asimismo, resulta difícil comprender que estemos subordinados a un “consumo” que privilegie los animales livianos, principal hecho que perjudica en ser más eficientes productivamente, terminando los animales con muy poco más de 300 kilos, ya sea tanto por “desconocimiento” del consumidor, como por conveniencias comerciales de parte de la cadena matarifes, gancheros, carniceros, otros. Este hecho es el que mantiene el peso de faena anclado en los 230 kilos cuando nuestros competidores nos aventajan en casi 100 kilos y algunos más aún.
La desarticulación del negocio más antiguo de la Argentina, en la búsqueda de la eficiencia, resulta increíble en la era de la Inteligencia Artificial, y aún más, cuando todos los actores se encuentran nucleados en una misma organización, el IPCVA. Esta organización, discutida por los productores, que recibe aportes de cada uno de los productores ganaderos y la industria, se ha esmerado en la transferencia de tecnología a campo, tanto como en la promoción de la carne argentina en el mundo; también apoya (financia) investigación aplicada. Asimismo, no ha resultado exitosa o influyente en los aspectos de eficiencia productiva de la cadena, principalmente primaria, con muy baja penetración en los estratos de productores de menos de 250 cabezas que representan el 82%, si bien significan a la vez, solo el 21% de cabezas. Allí hay que inferir de alguna manera, para que se incorpore tecnología de costo de bajo costo.
El porcentaje de destete y el peso de faena, son números (datos) que nos avergüenzan como sector y nos “atrasan” frente a la competencia en el mercado internacional de carnes. Debemos pensar que en el mundo se premia constantemente la calidad de nuestra carne, y en casa, poco hacemos por aumentar la productividad para aprovechar las ventajas comparativas que tenemos en el mercado mundial, ya que las ventajas “competitivas” sólo las ejecutan un puñado de empresas (que enseñan el camino), mientras el resto espera que llueva el maná ……………. que no será de las fuerzas del cielo seguramente, ni de otros gobiernos más proteccionistas “del consumo”, que no ayudaron en este sentido.
Estamos viendo y viviendo un Cambio de Época, en la política nacional, que al margen de si nos gusta o no, si la compartimos o no, nos muestra una realidad, “hay que arreglárselas solito”, por lo tanto, si no trabajamos juntos desde adentro del sector, en revertir la ineficiencia reproductiva y modificar el hábito de consumo (enseñando al consumidor) para aumentar el peso de faena. Estas no son materias que la que hay que esperar a papá estado para que nos subvencione la tarea, hay que dedicarse a ello acordando un plan consensuado desde el sector, con objetivos claro, estableciendo metas y prioridades. El sector tiene Instrumentos Ejecutores ya en funcionamiento y desde hace muchos años, que no utilizamos en beneficio del “crecimiento”: Las Fundaciones y los Entes Sanitarios y el IPCVA, como mencionamos. Las primeras tienen la ventaja de estar presentes dos veces al año en cada establecimiento ganadero, del Río Colorado al norte; a su vez poseen estructuras técnicas y administrativas, y asimismo, en treinta años de repetir la rutina de vacunar, solo se ha podido sumar la vacunación de BrB y en algunas, la lucha contra la garrapata; no hemos sido capaz siquiera de geolocalizar cada establecimiento, de tener una caracterización, un diagnóstico productivo, en tiempo real de cada establecimiento, diseñar un Tablero de Control (económico-productivo) de establecimientos que quisieran adherir, de manera de inferir políticas, de buscar soluciones que ayuden a mejorar el perfil productivo de cada región, etc.. Señalo esto particularmente, porque los Entes y Fundaciones “sólo” están conformadas y dirigidas por Dirigentes del sector agroganadero.
Esto nos da una pauta de que no se visualiza que la dirigencia agroganadera esté realmente comprometida en buscar las soluciones “desde adentro” mismo del sector, no se percibe una vocación de cambio en el statu quo de “reclamar” al estado por la situación económica, por el estado de los caminos o por la carga impositiva, que está bien claro, pero que no atiende los problemas endógenos que atrasan al sector.
El motivo de estas líneas, fue precisamente, el hecho que ocurrió hace un par de semanas atrás, cuando se pudo conocer la opinión de la dirigencia ruralista entrerriana, “contraria” a la iniciativa del ejecutivo nacional de comenzar con la trazabilidad individual y electrónica, en el rodeo nacional. Ello implicaría que, a partir del primero de enero del 25, se comience con la aplicación de caravanas electrónicas en los terneros que se movilicen/comercialicen a partir de esa fecha, sólo la categoría ternero.
Si bien aún no está reglamentada ni publicada ninguna resolución al respecto, y a ciencia cierta no se sabe bien como se haría (hubiera un compromiso del gobierno de solventar esta primera aplicación -año 2025- de caravanas con chip); parece que esta manifestación del ruralismo entrerriano, viene a contramano de la realidad de la ganadería actual, enmarcada en un camino de progreso tecnológico permanente, fortalecimiento de los rodeos en genética, con una definitiva dirección hacia los mercados de exportación, camino que se visualiza consolidado por el “solo” empuje e inversiones que realiza el sector, sin intervención del estado. Por esto mismo sorprende más el “Rechazo” liso y llano, sin efectuar el debate hacia adentro y consensuar alternativas ……. Solo el rechazo como un signo de estancamiento, refractario a la innovación y al progreso. Estas actitudes son las que nos tapan el bosque y no nos dejan hacer foco en los nudos endógenos y problemáticos que no permiten revertir los indicadores de productividad general de nuestra ganadería de carne.
Algunas ideas
El asesoramiento grupal, ha demostrado ser la mejor herramienta (CR, GISER, otros); para ello se podría pensar en financiamiento externo (BM – BID -Otros), apalancado en cauciones que podría aportar el Instituto (IPCVA). Esta ha sido la forma más relevante en la adopción de tecnología (acción tan difícil) por parte de los productores.
Diseño de Tableros de Control regionales, que permitan visualizar y comparar que hacen, los que Hacen las cosas Bien y obtienen buenos resultados económicos. Hay que saber que nuestros competidores, no son productores australianos, estadounidenses o brasileros, es el Vecino que obtiene mejores resultados que yo, por lo tanto, sería muy bueno saber qué y cómo hace para tener buenos resultados.
La dirigencia debe visualizar a los Entes/Fundaciones, como herramientas útiles para incidir en la mejora continua del sector, en aquel estrato más necesitado; y en producir Información Relevante para el Cambio. Esto no solo no sucede, sino que, por el contrario, hemos visto dirigentes “críticos” de estas organizaciones, que cuando les tocó participar, rápidamente se incorporaron al statu quo imperante.
Respecto de los hábitos de consumo de los argentinos, que Inciden negativamente en el desarrollo productivo del sector, y atentan contra el aumento del peso de faena, podría el IPCVA enfocar la transferencia de conocimientos (producto de investigaciones financiadas por el instituto), a los consumidores y al personal de carnicerías que “equivocadamente” (por desconocimiento) recomiendan o eligen los animales livianos, por características que brindan mejor, los animales con mayor peso.
El autor es médico veterinario y consultor privado