Un equipo de investigación del INTA Bordenave evaluó la habilidad competitiva de cultivares comerciales y de líneas avanzadas de trigo, adaptadas al sudoeste bonaerense. Estudios preliminares permitieron identificar genotipos promisorios. Con esta información, proponen una alternativa para controlar malezas resistentes y disminuir el uso de herbicidas. Un adelanto de lo que se expondrá en el III Congreso de Malezas.
En el sur de la provincia de Buenos Aires, la intensificación del control químico de malezas produjo poblaciones de ryegrass y avena guacha resistentes a herbicidas, que se constituyen como un problema frecuente en los lotes de producción de trigo. Por esto, investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bordenave –Buenos Aires– evaluaron la habilidad competitiva de cultivares comerciales y líneas avanzadas de trigo para identificar aquellos genotipos promisorios que puedan competir contra las malezas.
“Encontramos biotipos de ryegrass resistentes a herbicidas que comenzaron a dificultar los manejos clásicos que se hacían de los cultivos y sentimos la necesidad de acercar alternativas a los productores”, aseguró Mario Vigna, investigador del INTA Bordenave.
Los estudios apuntaron, en primer lugar, a la competencia de las principales malezas gramíneas que afectan el cultivo (Avena fatua, Lolium) para conocer el comportamiento de cada cultivar comercial existente. Después, mediante la interacción con el programa de mejoramiento, se evaluaron líneas avanzadas de trigo con la idea de liberar cultivares competitivos y tolerantes a la competencia.
“Tratamos de seleccionar cultivares que tengan la capacidad de sobreponerse a la competencia de malezas, pero también, como hablamos de producciones de bajos insumos, intentamos que los cultivos tengan la capacidad de dar harina de máxima calidad”, explicó Vigna.
La competencia puede definirse como el proceso por el cual las plantas comparten recursos provistos en cantidades insuficientes para satisfacer sus requerimientos conjuntos, lo que causa una reducción en su supervivencia, su crecimiento o su habilidad reproductiva.
Para realizar las evaluaciones, que incluyeron entre 15 y 20 cultivares cada año, “se sembraron en parcelas las diferentes variedades y en la mitad de la misma se atravesaron los cultivos con avena, con la intención de medir la producción de biomasa y el rendimiento”, señaló el especialista.
“A lo largo de los años de trabajo confirmamos la habilidad competitiva del cultivar Buck Charrua –que se plantó como cultivar testigo por haber presentado un buen rendimiento en ensayos anteriores– y se identificó mediante la evaluación de la variable biomasa en antesis al cultivar Buck Bellaco y la línea avanzada INTA Bordenave V0990 con características que podrían ser consideradas en próximos ensayos”, precisó Vigna.
Se pudo comprobar que los cultivares más competitivos son una opción para el manejo de malezas, en tanto no incurren en ningún costo adicional. La utilización de esas variedades permite disminuir el número de aplicaciones de herbicidas y racionalizar los recursos.
Asimismo, el especialista aseguró que aumentar la densidad de la siembra también es una variable a considerar para el aumento de la habilidad competitiva, “especialmente, en sistemas de bajos insumos, en planteos de producción orgánica o cuando se desarrolla resistencia a los herbicidas”.
“Al productor tenemos que acercarle cultivares competitivos, pero también de calidad y, lo que observamos con estos ensayos, es que es posible acercarnos a variedades de alto rendimiento, calidad panadera y que, a su vez, superen a la competencia”, puntualizó Vigna.
Congreso de Malezas
El 9 y 10 de junio se desarrollará online el III Congreso Argentino de Malezas, organizado por la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas, bajo el lema “Ciencia, producción y sociedad: hacia un manejo sustentable”.
El Congreso busca reunir y favorecer el intercambio de investigadores, docentes, asesores, productores y actores de la agroindustria, sobre la base de la presentación y difusión de conocimientos científicos y tecnológicos que guíen el diseño de enfoques alternativos y superadores a los utilizados en la actualidad.
En ese sentido, varios investigadores del INTA participarán en forma activa en varias de las conferencias plenarias o como moderadores de mesas de trabajo, y se prevé la presentación de más de una veintena de trabajos científicos.
“Por nuestra necesidad de estar constantemente brindando apoyo con tecnologías en el territorio, es difícil poder publicar trabajos en revistas científicas y dedicarse al plano académico. La importancia de tener un congreso de estas características cada dos años radica en la posibilidad de presentar trabajos sistematizados y accesibles, y de compartir las experiencias con otros colegas”, indicó Vigna
Para el especialista, resulta de vital importancia el aporte que el INTA realiza al Congreso porque en relación con las malezas, “los productores demandan cada vez más información, en tanto cada vez se reducen más las posibilidades de control con herbicidas y es importante generar alternativas”