“Para nosotros fue todo un evento, lo quisimos hacer lo más normal posible dentro de la nueva normalidad” sentenció Felipe Berruhet a Campo en Acción al contar vicisitudes de la primera asamblea anual vía zoom que realizaron en Cooperativa Aranguren (Coopar). “En Villa Elisa se hizo una experiencia similar, ellos nos contaron de sus errores y nosotros ahora le contamos a los demás para que vaya mejorando” especificó el presidente del Consejo de Administración y remató: “Es una buena experiencia, estábamos acostumbrados a otra cosa pero anduvo todo bien. Nada reemplaza las relaciones personales, pero salimos adelante”.
Lo cierto es que las reuniones para verse las caras y hablar de frente no es precisamente lo más común en estos tiempos de pandemia; es más rige una prohibición en tal sentido de manera que en la entidad solidaria determinaron cumplir con sus obligaciones echando mano a la tecnología.
Como sea, cumplieron con sus deberes de entidad solidaria de cara a sus 1.700 asociados y hablaron de todo. De inversiones, cultivos y conversiones de maíz en carne. Dicho limpio y claro: en la cooperativa sobraron los motivos para trabajar duro y parejo.
“Desde lo económico cerramos muy bien el ciclo” aportó Berruhet, quién recordó una verdad de Perogrullo al mencionar que en los negocios a veces se gana y a veces se pierde; pero que lo más importante para la cooperativa aún es la cuestión social. “Se trabajó mucho para contener a los productores, darles una mano, oírlos, asistir si era necesario, la situación sanitaria fue lo más importante de este tiempo”.
En ese marco el ejecutivo admitió que el sector productivo, en el contexto de aislamiento social, pudo trabajar. “Si se compara un campo con un comercio que estuvo casi seis meses cerrado esto es un jolgorio” deslizó con una cuota de humor.
Sin embargo se puso serio al determinar que “desde lo macro económico seguimos estancados en problemas sin resolver desde hace años. Indefectiblemente la economía tiene una crisis que podría estar resuelta”.
Fue al hueso al definir que “las retenciones están mal. En su génesis. Ningún país serio las tiene. Pero acá las tenemos y ahora nos alegramos que compensen a algunos productores, pero el sistema lesiona la rentabilidad del sector”.
En ese marco razonó con que “al sector agropecuario le confiscan la rentabilidad desde hace 20 o 30 años y eso genera una imposibilidad para renovar capital, capacitar al personal, innovar, en definitiva para hacer una gran cantidad de cosas para crecer como sector y como sociedad. Lo cierto es que al margen de rentabilidad del productor se lo lleva el Estado. Y cuando digo esto incluyo tanto al Estado Nacional como al provincial”.
A modo de cierre de su razonamiento volvió a las fuentes cuando especificó que “el modelo cooperativo es el que sustenta un alto porcentaje de la actividad, porque tiene un entramado social que da una ventaja competitiva. Entre todos contribuimos y se derrama al que precisa, eso da sustentabilidad. A nosotros, por ejemplo, hace cinco años que no nos desaparece un productor y en el sector privado pueden desaparecer con dos años de malas campañas”.
De siembras y ventas internacionales
Marcelo Pagliaruzza, gerente de Coopar, por su parte, aportó un resumen del movimiento laboral del ciclo que cerraron en Coopar y dio un panorama de lo que, estima, es lo que se viene. Dijo que el maíz de primera está sembrado por completo, que los ve bárbaros; que esperan lluvias para estabilizar labores en sorgo y soja de primera ya implantados con poco de humedad y que la trilla de colza, castigada por la sucesión de heladas, está en marcha con rendimientos dispares. Mención aparte mereció el trigo: contó que los primeros lotes ya se trillaron con marcas que oscilan entre 30 quintales de punta y ocho de piso.
Como todos, abrió un gran interrogante en torno al clima cuando recordó lo que todos saben en el paisaje rural de boca de los agro meteorólogos: que las lluvias por venir serán por debajo de lo normal y el calor por encima de lo habitual. “Ese pronóstico complica” tiró.
El profesional hizo un capítulo aparte al abordar la gran atracción de la entidad: la producción de porcinos con destino internacional. “Estuvimos mal de abril a junio, luego se recompuso el sector a pesar del aumento de precios del alimento (que impacta en el 70% del negocio). Estamos rentables en este momento y cerrando la primera exportación a China con otras cinco granjas entrerrianas”. Se impone subrayar aquí que la cooperativa integra un consorcio de unas 20 granjas de todo el país que trabajan con la mira fija en la exportación.
Al analizar noticias ligadas a las posibles inversiones chinas en el país para multiplicar la producción porcina hizo una mención que bien vale la pena llevar a oídos de funcionarios ligados a la operación: “Nuestro temor es que la súper población de cerdos impacte en el precio. El déficit principal de la actividad es de infraestructura; por ejemplo, en la provincia no hay un frigorífico exportador”. Bueno sería que las inversiones vengan en ese sentido.