Buenos vinos de pradera en Aldea Jacobi

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Entre Ríos, tierra de buenos vinos. La expresión puede sonar atrevida para el incauto, no para el conocedor y mucho menos para los productores creyentes en las virtudes y potencialidad de los viñedos, plantados en los últimos veinte años por estas comarcas.

Campo en Acción entrevistó a uno de ellos, Martín “Tincho” Girbich, apasionado productor con viñedos plantados sobre una idílica lomada en Aldea Jacobi, a poca distancia de Crespo, y a unos 40 kilómetros de la capital entrerriana. “Comenzamos allá por 2011” recuerda “Tincho”.

Costa del Uruguay y costa del Paraná. Las vides se han multiplicado desde que el colonense Jesús Vulliez comenzó a recuperar en solitario la cultura del vino en nuestra provincia, desde la vieja bodega familiar ubicada en el acceso a la ciudad turística y sobre la ruta internacional que une a Colón con el Uruguay, país donde el desarrollo sin trabas de esta actividad agrícola permitió el crecimiento en cantidad y calidad de los viñedos.

“Fue una motivadora charla en la ciudad universitaria de Oro Verde, de la que participó Jesús Vulliez, el pionero en la recuperación de la vitivinicultura en la provincia”. El contagio fue inmediato y un disparador para el emprendedor Girbich, por entonces más dedicado a ver pastar al ganado en el campo familiar.

Vulliez reescribió la historia de los inmigrantes que arribaron con sus vides a Entre Ríos en el siglo XIX, pero hizo algo más potente. Su pasión fue como un germen contagioso y se multiplicó a lo largo y ancho de la provincia, donde mujeres y hombres marcharon a la aventura de hacer vinos.

“Nos cautivó la pasión de Vulliez. Volvimos excitados con la idea de sumarnos a la recuperación del vino producido en Entre Ríos. Nos asesoramos con el INTA Mendoza sobre cepas y nos pusimos en marcha” dice, en plural, Girbich quien estuvo acompañado por el agrónomo Mariano Saluzzio desde el principio.

El entusiasmo hizo que las vacas que pastoreaban en la colina de su campo dejaran el lugar a las vides, que comenzaron a llegar desde la principal provincia viñatera del país. Se comenzaba a gestar el vino “Juan Girbich”, homenaje al hijo de la pareja que conforman Martín y Ana María Jacobi.

“Cepa Marselan” sugirió el INTA para estos suelos. “El 17 de noviembre de 2011 se implantaron las vides de esa variedad” señaló el productor. El aprendizaje incluye ensayo y error. “A la provincia le sobra suelo y también humedad. Al primer año ya hicimos un vinito casero, con muy buena aceptación en la familia, pero lo óptimo y necesario es esperar cuatro o cinco años para que la planta se desarrolle, las uvas estén bien y los azúcares perfectos para el momento de la vendimia” recomienda.

Recuperando la cultura del vino

Justo José de Urquiza hizo plantar vides en el Palacio San José a mitad del siglo XIX. Más tarde los inmigrantes trajeron sus propias cepas. Italianos (piamonteses), franceses (de Alta Saboya) y suizos (valesanos), inmigraron hacia finales de 1850. En sus valijas y baúles trajeron la esperanza de encontrar en América y en Entre Ríos su lugar en el mundo. También la experiencia para producir su propio vino.

Ese proceso prodigioso originó una intensa actividad económica, que Entre Ríos llegue a tener 4.874 hectáreas de viñedos y 30 bodegas, según un censo de 1910, que la ubicó en un cuarto lugar de producción nacional. Buenos Aires, el gran mercado consumidor, estaba cerca y el vino entrerriano llegaba en barcos. Pero una nefasta legislación (la ley 12.137) de 1934 obligó a cesar la actividad comercial de los viñedos entrerrianos, reservada en forma exclusiva a la región de Cuyo. La oprobiosa normativa fue derogada recién en la década del ’90, con las leyes de desregulación del menemismo.

Para tener una idea del daño y la magnitud del tiempo perdido, el Instituto Nacional de Vitivinicultura registró en 2019 un total de 215.169 hectáreas de viñedos en la Argentina…en la provincia 56 hectáreas (declaradas) en producción. Del cuarto puesto de principios del siglo pasado al décimo cuarto, de 30 bodegas registradas a 3 reconocidas por el INVI, de la Liga Profesional al amateur torneo Federal C

El blend de la Aldea

“No somos una bodega” aclara “Tincho” Girbich, “hacemos vinos caseros, pero muy buenos vinos. Son muy frescos, muy frutales, son vinos de pradera. Utilizamos la levadura indígena o nativa que es la natural, la que tiene la uva” subraya.

Quienes han probado los “Juan Girbich” (incluido el cronista) pueden dar fe de la calidad superlativa de los marselan Juan Girbich. Aunque ahora en la Aldea Jacobi prueban otras variedades: “Incorporamos el malbec que da muy bien y, por sugerencia de un productor de Concordia, lo empezamos a combinar con el marselan. Nos da un muy buen blend” afirma con optimismo.

¿Cómo viene la comercialización?

“Los vinicultores tenemos que disfrazarnos con varios trajes. Uno de agricultor, otro de enólogo y uno más, de ejecutivo de ventas, para la comercialización” ríe Girbich, sobre el habitual cuello de botella que tienen que pasar en cualquier rubro los emprendedores, lograr la ecuación económica que les permita seguir caminando.

Hoy, casi 10 años después, los viñedos de la Aldea Jacobi están más fuertes y vigorosos, al igual que las vides de una centena de productores en toda la provincia, produciendo más y mejores uvas. Ya falta poco para el intenso verano litoraleño. “Antes eran las carneadas con los abuelos, ahora es vendimia en el campo” concluye Martín. A fines de enero los viñedos cargados harán que en Entre Ríos se vuelva a hablar de vinos, de muy buenos vinos.

Guido Emilio Ruberto / Campo en Acción

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