Alerta sanitario por la presencia de un insecto que puede ser mortal para bovinos y equinos

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Hasta hace unas semanas el 7 de oro o Astylus atromaculatus -un pequeño cascarudo amarillo y negro parecido a las vaquitas de San Antonio- era un insecto más del montón, conocido por la Agronomía pero identificado como uno no nocivo para la producción. Eso cambió rápidamente cuando productores lo asociaron con la muerte de un lote de bovinos en General Villegas, provincia de Buenos Aires.

El temor que generó este episodio motivó que el Servicio de Diagnóstico del INTA Balcarce emita un alerta sanitario por estas muertes, que luego sumaron otras en equinos.

La razón por la que se culpó a este pequeño insecto es que se registró en importantes cantidades en distintos lotes de alfalfa en flor, cuando originalmente suele estar en campos de maíz. Para los especialistas esa migración fue motivada por la sequía, ya que el 7 de oro se alimenta de polen.

En la publicación de Bichos de campo, se destaca que los primeros cuadros identificados mostraron un decaimiento general en el animal, seguido de síntomas gastrointestinales como diarrea. Según los patólogos de INTA encargados de realizar las necropsias en los animales, que murieron entre los 2 y 6 días de comenzado el cuadro, se identificaron signos de necrosis en el tracto gastrointestinal. Lo cierto es que los especialistas por ahora no tienen demasiadas respuestas.

“Nos agarró desprevenidos porque nunca habían ocurrido episodios de mortandad como los que ese registraron en estas últimas semanas. Es más, las primeras consultas vinieron del lado agronómico más que del veterinario. La única información con la que contamos hasta ahora es de la década de 1970 en Sudáfrica, donde se describen episodios de intoxicación ante el consumo de forrajes con la presencia de este insecto. Allí se menciona que el 7 de oro es originario de Sudamérica, que no es nativo de Sudáfrica, y acá en Argentina no había reportes publicados”, dijo el veterinario e investigador del INTA Balcarce, Germán Cantón.

“Luego de las primeras muertes se encontraron algunos registros anteriores. Aparentemente hubo indicios previos de mortandad en Argentina hace muchos años a causa de este insecto, pero al no estar científicamente disponible no fue considerada”, agregó el especialista.

-¿Entonces es la primera vez que ustedes detectan una muerte en estas condiciones?– le preguntamos a Cantón.

-Sí. Cuando a nosotros nos consultaron nunca la habíamos escuchado ni teníamos información. Hasta desde el punto de vista agronómico no es considerada como nociva o beneficiosa. No es u insecto que haya estado en nuestro radar. Este año sí llamó la atención la cantidad que hubo por las condiciones de sequía. Las alfalfas son las especies más resistentes a la sequía, que están más voluminosas en algunas zonas y en estado de floración.

-¿Qué se sabe de la toxina que se asocia a ese insecto, la cantaridina? ¿Se conocía como toxina nociva para los rumiantes?

-Sí, a la cantaridina ya se la conocía. En muchos países hay otros insectos que la producen toxina y ya se sabe que afecta a bovinos y equinos. Para estos segundos en mayor proporción, porque necesitan menor cantidad para tener cuadros de intoxicación más severos. La única información disponible respecto a este insecto y a la cantaridina menciona que el 7 de Oro no la produciría. Y sobre esa disyuntiva estamos trabajando, para tratar de confirmar si producen esta toxina o cuál otra producen. Clínicamente lo que vemos en las necropsias es una gran presencia de este insecto en el contenido rumial, y se encontraron lesiones gastrointestinales que son características bastantes sugestivas de este tipo de intoxicaciones.

-¿Qué se encuentran haciendo ahora?

-Lo que estamos haciendo son reproducciones experimentales, donde exponemos rumiantes dentro de un diseño experimental para tratar de confirmar que el consumo de este escarabajo provoca este tipo de lesiones. El tema de la cantaridina se mezcló un poco porque se lo copió de otros insectos. Los trabajos publicados hasta ahora con respecto a Astylus atromaculatus demuestran que no producirían la toxina. No sabemos si lo produce en algún estadio particular o si directamente es otra toxina.

-¿Cabría pensar que hay una interacción entre los empastes de alfalfa y este insecto?

-No, eso estamos tratando de confirmar. El meteorismo o empaste característico de las alfalfas se da en pastoreos de otras características. Los casos que nosotros registramos no fueron por pastoreo directo sino un cortado y ofrecimiento en corrales. Eso es lo que generalmente uno recomienda para evitar el empaste: hacer un pre oreo de la alfalfa. Por eso descartaría el empaste. Además las lesiones en el tracto intestinal que se vieron en las necropsias no las produce un empaste. Tiene que ser otro cuadro.

-Se dice que una de las opciones es fumigar los lotes de alfalfa para matar al insecto. ¿Hasta qué punto eso no sería aún peor para los animales?

-Eso habría que chequearlo más desde el punto de vista agronómico. Tradicionalmente no se ha fumigado contra este insecto porque no es nocivo para la producción. La información preliminar que tenemos desde el punto de la salud animal indica que sí sería nocivo. Todavía es todo bastante subjetivo y por eso estamos tratando de corroborar los datos. La fumigación hay que chequearla con un agrónomo pero no sé, en estas condiciones de sequía, qué periodo de residualidad tiene el producto. Tenés que contemplar la residualidad y también cuánto tiempo debe pasar para que el lote vuelva a llenarse de este insecto. Hay que ver si se justifica desde lo práctico y lo económico.

-Está el tema de los fardos de alfalfa también.

-Sí. Hemos tenido consultas por el consumo de los fardos de alfalfa recién confeccionados donde el insecto aparentemente quedó adentro y ha provocado algunos cuadros de intoxicación también.

-Los animales que ustedes vieron en General Villegas murieron entre los 2 y 6 días de detectado el cuadro. ¿Hay terapias que evitan la muerte o una vez que comienzan los síntomas de intoxicación no hay nada más que hacer?

-No hay un antídoto por así decir. La evolución del animal dependerá de la cantidad de toxina que haya consumido y de las lesiones que haya provocado la misma en el tracto gastrointestinal. Posiblemente un animal que consuma una carga baja tenga un cuadro gastrointestinal pero con el correr del tiempo lo sobrepase. Hay que decir que el bovino es, por así decir, más rústico que el equino y puede superar un cuadro de este tipo si la intoxicación no es tan severa. En cambio el equino es mucho más sensible, llega a un cólico muy severo por lo que muchas veces el cuadro es más espectacular y rápido.

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