Las inundaciones son cada vez más recurrentes y las aguas demoran más en escurrirse. También influye el uso del suelo, la deforestación y la construcción de diques.
La charla estuvo a cargo del Ingeniero Juan Borus del Instituto Nacional del Agua y de profesionales del Instituto Nacional de Teconología Agropecuaria, en el caso del Ingeniero Miguel Taboada (Inta Castelar) y la del también Ingeniero Hugo Benavídez del Inta Delta. También participó Jorge Temporetti, integrante de la filial delta de la Federación Agraria.
La jornada fue la continuidad de una serie de exposiciones que han sido desarrolladas en la zona, principalmente, con actualizaciones de la situación brindadas por el Ingeniero Juan Borús, como la que se llevó a cabo en el mismo salón en Noviembre del año pasado o en la Sociedad Rural de Islas del Ibicuy en febrero del corriente año.
Hace varios años que los pobladores más desprotegidos de la zona del delta entrerriano, en particular en el ejido de Villa Paranacito, ligados a actividades como la ganadería y la forestación, expresan la preocupación de que las crecientes son cada vez más seguidas. Esta preocupación fue, de alguna manera, justificada por el Ingeniero Juan Borus, que demuestran cómo, debido al cambio de uso del suelo, las mismas lluvias llegan a triplicar el caudal de los ríos respecto de 30 años atrás, como ocurre nítidamente en el río Paraguay, donde los pantanales han sido secados, con la consecuencia correspondiente en la reacción más rápida y caudalosa del río.
Tanbién, ha sido expresado en distintos ámbitos, en particular con la inundación de 2016, que afecto enormes superficies del país, que el cambio de uso del suelo y la enorme reducción del consumo de agua por eliminación de forestación y de pasturas permanentes, ha elevado las napas de las aguas subterráneas, en particular las napas freáticas, haciendo que todo lo que llueve por encima de lo normal sea excedente y que resulte, por ejemplo, en Entre Ríos en la formación de sangrías, zanjas, cárcavas y al final, nuevos arroyos que llevan enorme cantidad de material liviano, el más fértil de las tierras a los bajos y al final, a los cauces.
En la reunión se recordó que el año pasado, por la sequía, el otro extremo que agrava las mismas causas, nuestro país importó de Estados Unidas 6.3 millones de toneladas de soja, porque China no compra la soja de EEUU, así que se le vende el grano y fue necesario comprar para moler.
En su exposición, el Ingeniero Taboada (Inta Castelar), trató esta cuestión con varios ejemplos, calificando de desastre hídrico “las alteraciones sobre cientos de miles de hectáreas en nuestro país y millones si tomamos la gigantesca área de la cuenca del plata, que incluye Brasil, Bolivia, Paraguay y también Uruguay”. También “ los desastres que afectan a las ciudades, como consecuencia de los desbordes cada vez más violentos de los ríos, como pasara con la crecida y desborde del río Luján que tantos problemas ocasionó en su cuenca, inundando ciudades cómo la misma Luján y cortando rutas”.
Es de enorme interés que el abordaje de este tema haya sido aprobado en el Centro Regional de INTA Entre Ríos, ya que es esperable su continuidad y su tratamiento en las distintas localidades que son afectadas por estos fenómenos.
Por su parte, Jorge Temporetti destacó que “él río Gualeguay, crece de modo desproporcionado, y pese a que hace semanas que ha ido recuperando su caudal normal, la masa de agua que derramó sobre la región que va desde su cauce hasta la ruta 12, mantiene, hace más de dos meses, al Río Paranacito desaguando, sin terminar de hacerlo y generando que cualquier alteración inunda e impide toda actividad en la zona, porque por los cierres hechos por diques y caminos, es el único cauce que ha quedado para desaguar la enorme cuenca y la de los arroyos clausurados”.
Diques sin control
Durante mucho tiempo, en el delta como en tantos otros lugares, imperó la ley del más fuerte o la de que el más poder adquisitivo tenía para hacer y deshacer a su antojo. Es así que se construyeron diques monstruosos. Sobresale el que levantó el extinto Pedro Pou, en este caso sobre el río Gualeguay, en una superficie de aproximadamente 50.000 hectáreas llegándose a sembrar soja en un lugar que no es apto para la agricultura. En menor escala, se han construido diques en diferentes puntos del delta entrerriano, fundamentalmente en el departamento Islas del Ibicuy , sin prácticamente nadie que lo controle. Pasando en limpio, el que tenía plata, manejaba el uso del agua, muchas veces complicándole la vida al vecino.
Campos vacíos
Por lo recurrente de las crecientes y aguas que quedan estancadas en campos del sureño departamento, mucha gente dejó de arrendar campos ideales para terminar un animal, debido a que tenía que salir, pagar fletes, arrendar en campos altos, y en ocasiones vender sus animales a un precio por debajo del mercado. Los que quedan, trabajando en la ganadería, en su mayoría son productores de la zona en distintas escalas, generalmente pequeños y medianos productores.
Fuente: EL DÍA GUALEGUAYCHÚ
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