“Otros 24.000 entrerrianos de Nogoyá en el día de ayer, y 152.300 entrerrianos de Concordia hace unas horas, ¡libres de fracking! Ya vamos 614.100 entrerrianos libres de fracking, el 49,68% de la población entrerriana. ¡HUIJA!”.
Es el fragmento de una manifestación del concordiense Bernardo Zalisñak, esta semana, por las redes sociales cuando se enteró de las novedades.
A partir de una expresión del militante de Colón Horacio De Carli, los panzaverdes gritan “Juira el fracking”, y la arenga, que trata a la fractura hidráulica como a un perro a puntos de mordernos, ha dado resultados extraordinarios. Los cánticos centrados en el sencillo “Agua sí, fracking no”, con que se animan los mismos manifestantes, han inundado más de una vez las calles de las ciudades visitadas por las asambleas.
Encuentros, conferencias, marchas, defensas en la justicia, carpetas, diálogos, acciones en las rutas: todas las vías fueron puestas al servicio del esclarecimiento en torno de la fractura hidráulica, y los caminos desembocaron en normas municipales para librar las jurisdicciones locales de esas prácticas.
Los desechos en el suelo, las perforaciones, los riesgos de las explosiones subterráneas, la masiva invasión del ambiente con sustancias químicas, y principalmente los derechos precautorios, fueron temas centrales en las tenidas ecologistas de estos años.
Vecinos de Paraná como Sergio Daniel Verzeñassi, Luis Lafferriere y otros encendieron la luz de alerta sobre la fractura hidráulica, y a través de un documental que bajó del norte aprendimos a decir “fracking”, azorados ante canillas de agua que despedían fuego.
Desde aquellos días, la organización, el esfuerzo, la investigación, las luchas de varias asambleas y centros de estudios han dado sus frutos. Entre Ríos se convertirá pronto en un territorio con el fracking prohibido.
El compromiso comunitario de entrerrianos de Colón, Concepción del Uruguay, Concordia, Chajarí, además de Paraná, en torno de la amenaza del fracking en el territorio del acuífero Guaraní, y las comunicaciones inmediatas para el alerta, le dieron a la lucha un carácter especial reconocido en todo el país y en el continente.
Los 36 entrerrianos
Ninguna región del mundo logró, mediante la movilización popular, respuestas tan rotundas como Entre Ríos, con 36 municipios (dos juntas de gobierno) declarados libres de fractura hidráulica.
No pocos concejales votaron contra la línea de su partido, cosa rara, y hay que señalarlo porque debemos cultivar esas expresiones de independencia en temas clave.
En algunos casos, los mismos que se resistieron en un principio fueron cediendo ante la fuerza de las razones, y los vaivenes político partidarios debilitaron esa resistencia frente la consistencia de los asambleístas.
Es así que en cierto momento un proyecto de ley provincial que nos libraba de la fractura hidráulica, presentado por María Emma Bargagna, rebotó mal en la Cámara de Diputados, pero hoy, con las mismas razones, una iniciativa así parece viable. Eso responde a la tenacidad de los militantes sociales.
El compromiso
Militantes que no se quedaron con marchas y panfletos: estudiaron, viajaron, reunieron experiencias, indagaron, estimularon redes sociales de hondo contenido, es decir, hubo acciones pero derivadas del estudio, de la conciencia.
En cada asamblea podían encontrase varios ciudadanos en condiciones de explicar el método y sus riesgos. Se podían leer, por las redes, debates interesantes referidos al tenor y el alcance de esos peligros. Algunos fueron divulgados en este espacio.
La altura de la meta propuesta logró limar asperezas propias de todas las movidas colectivas donde siempre algún narcisismo o algún interés personal desvía la atención y erosiona las relaciones.
No fue el caso: aquí la lucha fue pareja. Hubo diferencias, por supuesto. En una oportunidad, se había logrado un compromiso de candidatos a la gobernación contra el fracking, y cuando estaban en el escenario se les pidieron definiciones no conversadas con anterioridad. Había acuerdo en la trascendencia de la lucha, pero las estrategias suelen ser dispares. En este caso, las miradas diversas en torno de las tácticas (todas atendibles) no empañaron para nada la confluencia de las organizaciones.
Los entrerrianos entendieron que, para enfrentar la fractura, debían cultivar el abrazo. Sabían que una fractura en el subsuelo, como una fractura en las asambleas, podía tocarle la cola al diablo, y que la división es una táctica del poder imperial.
La generosidad
Hemos sido testigos de encuentros con presencia de personas que debían hacer largos viajes para asistir, escuchar, brindar sus pareceres, firmar un documento colectivo.
Gualeguaychú siempre da una fuerza adicional, por esa histórica lucha masiva contra la contaminación del río Uruguay. Los asambleístas están a punto de sumar el ejido de su ciudad a los territorios libres de fractura hidráulica.
Asambleístas de distintos puntos del país se mostraron en estos años muy generosos con sus conocimientos y experiencias, y algunos probaron que estaban dispuestos a ponerle el cuerpo a la lucha.
Ocurrió en Concordia, hay que decirlo. Allí, los entrerrianos de Concepción, Colón, Chajarí, Concordia, plantaron un hito en la ruta y la pagaron con detenciones, maltratos, procesamiento, hasta que fueron absueltos. Esas acciones sirvieron para difundir más las inquietudes de la región, y dieron fuerzas también a hermanos orientales que tienen las mismas convicciones por la emancipación, por el ambiente sano.
Concordia, un bastión
"Podemos llegar a ser la primera provincia que se declare libre de fracking en todo el país y con eso ayudaríamos a que otras provincias también lo hagan", dijo Facundo Scattone, luego de celebrar la ordenanza que esta semana agregó a Concordia a las ciudades sin fractura. “La lucha va más allá de Concordia. Estamos con Uruguay, que también sufre lo mismo", dijo a los medios de la región y recordó que la discusión principal está centrada en el agua como bien común.
Avance en Diputados
Diputados tratará un despacho contra el fracking firmado por una decena de legisladores en la Comisión de Tierras, Obras Públicas, Recursos Naturales y Ambiente. La base es la propuesta de la ex diputada Bargagna. Dice: "Prohíbase en todo el territorio de la provincia de Entre Ríos e islas de jurisdicción provincial, la prospección, exploración y explotación de hidrocarburos líquidos y gaseosos por fracturación hidráulica (fracking)".
En otros artículos se declara “política de Estado” el desarrollo de energías renovables.
En algunas asambleas se ha planteado un pedido para extender la prohibición a cualquier tipo de explotación y explotación de hidrocarburos, y al transporte o depósito de sustancias con esos fines. Están en alerta porque existen acuerdos con YPF que habilitan esas exploraciones.
Los asambleístas saben que el fracking realizaría explosiones subterráneas lejos del acuífero, pero saben también que nadie da garantías sobre contaminaciones de los pozos, sobre las posibilidades de que una fractura alcance rocas permeables, o respecto de las lagunas de tratamiento y demás, en un territorio conocido como la “patria del agua”, es decir, con una enorme riqueza de ríos, arroyos, acuíferos cercanos y profundos.
Por eso hizo bien Scattone Moulins en subrayar que en el centro de las inquietudes de los panzaverdes está el agua potable, es decir: luchan por algo muy positivo como es la calidad del agua, y de ahí las prohibiciones reclamadas contra métodos que ponen en riesgo esa riqueza.
Los asambleístas entrerrianos quieren que la Legislatura afirme “el carácter de bien público del pueblo o bien común natural del agua pluvial, superficial y subterránea, la que no deberá ser aplicada a procedimientos o técnicas que conlleven daño a la vida humana, animal y vegetal”.
También piden derogar la Ley de Hidrocarburos 9991 sancionada en 2010 y los pactos de exploración firmados con YPF.
La reciente ponencia del experto Roberto Ochandío ante los diputados de la provincia colaboró, y mucho, para generar conciencia sobre los riesgos.
Cumbre en Paraná
Uno de los puntos clave de la lucha fue sin dudas Paraná. En mayo del año pasado se reunieron cientos de argentinos y orientales para debatir, escuchar conferencias de estudiosos de seis países, y firmar un documento.
Calificaron de “monstruo colonial” a las multinacionales que sostienen el sistema energético, y recordaron que los delitos ambientales no prescriben, de modo que los directorios de las multinacionales deberían pagar las consecuencias.
No ocultaron que el fracking es traccionado por el sistema de vida consumista, y apuntaron que se necesita un cambio de paradigma para vivir con austeridad y resistir al consumismo, al tiempo que apuntaron que la búsqueda de nuevos aportes de energía por vías no convencionales está vinculada al modo de producción de los alimentos y el transporte.
No faltaron aquí voces de aliento. “Cuando los pueblos se unen pueden proteger sus territorios y bienes comunes, como lo demuestran las naciones que han prohibido o declarado moratorias sobre el fracking”, manifestaron.
Los vecinos respondieron a la ausencia de información
El Acuerdo sobre el Acuífero Guaraní firmado el 2 de agosto de 2010 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay dice que los países están “animados por el espíritu de cooperación y de integración”, y que deben informarse mutuamente y mantener al tanto a los pueblos sobre trabajos que pongan en riesgo el agua, pero esas medidas acordadas no fueron respetadas: de ahí la respuesta de las asambleas.
El acuerdo establece “el propósito de ampliar el alcance de sus acciones concertadas para la conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos hídricos transfronterizos del Sistema Acuífero Guaraní”.
Tiene presente “los principios sobre protección de los recursos naturales y la responsabilidad soberana de los Estados en lo que se refiere a su aprovechamiento racional”.
Sostiene que los gobiernos son “conscientes de la responsabilidad de promover el desarrollo sustentable en beneficio de las generaciones presentes y futuras”. Dice que están “motivados por el deseo de ampliar los niveles de cooperación respecto a un mayor conocimiento científico sobre el Sistema Acuífero Guaraní y a la gestión responsable de sus recursos hídricos”, y valora los resultados del Proyecto para la Protección Ambiental y Desarrollo Sostenible del Sistema Acuífero Guaraní.
Puede leerse en el artículo 3 del Acuerdo: “Las partes ejercen en sus respectivos territorios el derecho soberano de promover la gestión, el monitoreo y el aprovechamiento sustentable de los recursos hídricos del Sistema Acuífero Guaraní, y utilizarán dichos recursos sobre la base de criterios de uso racional y sustentable, respetando la obligación de no causar perjuicio sensible a las demás Partes ni al medio ambiente”.
Las organizaciones sociales de Entre Ríos se preguntaban cómo se compadecen estos compromisos con la idea de explotar hidrocarburos mediante la fractura hidráulica.
Artículo 4: “Las partes promoverán la conservación y la protección ambiental del Sistema Acuífero Guaraní de manera de asegurar el uso múltiple, racional, sustentable y equitativo de sus recursos hídricos”. Artículo 5: “Cuando las Partes se propongan emprender estudios, actividades u obras relacionadas con las partes del Sistema Acuífero Guaraní que se encuentren localizadas en sus respectivos territorios y que puedan tener efectos más allá de sus respectivas fronteras deberán actuar de conformidad con los principios y normas de derecho internacional aplicables”.
Artículo 6: “las Partes que realicen actividades u obras de aprovechamiento y explotación del recurso hídrico del Sistema Acuífero Guaraní en sus respectivos territorios, adoptarán todas las medidas necesarias para evitar que se causen perjuicios sensibles a las otras Partes o al medio ambiente”. Artículo 7: “cuando se cause perjuicio sensible a otra u otras Partes o al medio ambiente, la parte cuyo uso lo cause deberá adoptar todas las medidas necesarias para eliminar o reducir el perjuicio”.
Según el artículo 8 del Acuerdo, las partes “procederán al intercambio adecuado de información técnica sobre estudios, actividades y obras que contemplen el aprovechamiento sustentable de los recursos hídricos del Sistema Acuífero Guaraní”.
Son algunas de las razones que animaron a los asambleístas: los gobiernos firmaron convenios, avanzaron en proyectos, y ni Uruguay ni la Argentina se informaron mutuamente ni dieron aviso a la vecindad. Fueron los asambleístas los que mejor cuidaron el acuífero.
Daniel Tirso Fiorotto - UNO Entre Ríos
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